martes, 13 de noviembre de 2012

El origen de los bonsais



En un primer momento, los bonsáis eran ejemplares enanos extraídos de su medio natural.
La observación de estos ejemplares llevó al hombre oriental a desarrollar una serie de técnicas capaces de conseguir, de forma artificial, el mismo resultado.
Los primeros datos de los cuales se tiene constancia escrita referida al inicio de este arte, proceden de China, y se remontan al periodo Tang (siglos VIII-X), donde queda reflejada por primera vez en una pintura mural la presencia de un p´en-sai, planta modelada en la naturaleza y replantada en una maceta.
Estos singulares y caprichosos ejemplares, eran cultivados por los monjes budistas posiblemente desde algunos siglos antes de nuestra era, pasando con posterioridad a convertirse en una de las ocupaciones y entretenimientos de la nobleza.



A partir del siglo XII, las formas de estas plantas comienzan a ser trabajadas por el hombre, dando lugar a lo que hoy conocemos como el árbol en miniatura y, paralelamente las técnicas y los conocimientos referentes a este arte empiezan a expandirse.
Estas técnicas llegaron a occidente a finales del siglo IXX, cuando empezó a desarrollarse un profundo interés por todo lo oriental. La fascinación por sus culturas invadió los distintos ámbitos de la vida e, inevitablemente, la jardinería sucumbió a tan original modo de entender el cultivo de especies vegetales. 



Simplicidad y economia

Los arquitectos de jardines y las personas que que diseñan su propio jardín  se enfrentan a la necesidad de expresar ideas simples.
Hay un error en el que caen muchas personas, los jardines no se crean para impresionar a las personas que nos visitan, sino para nuestra propia satisfacción.
Simplicidad en este caso quiere decir sencillamente que hay que delimitar los limites del jardín para ver cada perspectiva, introducir pocas especies, evitando la aglomeración de plantas.
También es importante combinar la simplicidad con la economía.
Para eso debemos diseñar el jardín de tal manera que no salga caro su mantenimiento, es decir que su buen estado se limite a operaciones fundamentales como el riego, la poda o la limpieza.
Es bueno tener presente que hay que dar prioridad a el buen estado de las plantas, en detrimento de la diversidad y la cantidad de especies.
En definitiva que nuestro jardín no se convierta en un gasto tedioso, sino en un lugar para disfrutarlo y encontrar tranquilidad.
Por estos y otros motivos, suelo recomendar la creación de jardines japoneses, en los que la vegetación se ve reducida a algunos arbolitos, y se disfruta de la belleza que reside en la disposición de elementos naturales , piedras, y en el sumo cuidado con el que se mantiene todo.